Es de conocimiento general, el refrán que dice, “ojos que no ven corazón que no siente”. Diariamente nos llegan imágenes idílicas, diseñadas o sacadas de contexto, reales o no. Nuestra innata actitud crítica hacia las cosas se ve disminuida y empatizamos con el emisor, y veces, llegamos a la falsa conclusión de que “todo el monte es orégano”.
“Una imagen vale más que mil palabras”, y un ejemplo es el “Castillo de Marchenilla”. ¿En cuantas ocasiones se ha utilizado como uno de los referentes patrimoniales de nuestro pueblo?, innumerables, ¿no?. El monumento efectivamente lo merece, tiene la calificación de “Patrimonio Nacional” desde 1931. ¿A alguien se le ha ocurrido fotografiarlo desde la cercana extracción de albero?. ¿Cuántos alcalareños conocen su estado real de conservación?. El deterioro general del castillo y particularmente el estado de derrumbe de la capilla son reales pero no cumplen los parámetros de una foto al uso, pues no serviría para conseguir el objetivo. Las imágenes graficas son fácilmente manipulables. Solo nuestros ojos –y no siempre-, son capaces de percatarse de la situación real de las cosas, en este caso de una parte de nuestro patrimonio.
Cuando era un chaval, bebí en más de una ocasión en la fuente de Marchenilla, situada a la espalda del Castillo, degradada. A tiro de piedra, los molinos del arroyo del mismo nombre, se encuentran en total abandono. Algunos, como el “Molino Nuevo”, borrados del mapa.
Fotografiar la degradación del río Guadaíra a la altura del “Puente de la Vega” o también llamado “Puente de Trujillo”, la zona del malogrado campo de golf de “La Boticaria”, el arranque de olivos en el emplazamiento de una villa romana cercana con hundimiento de galería de la misma época -de esas que “se están estudiando”-, las basuras en toda la cornisa, la ocupación del molino de “Las Aceñas”, el abandono del Molino de “Cajul” y los tres del arroyo de “La Madre”, el arranque de palmas, la desaparición de restos arqueológicos, el arranque de albero junto al perfil de la cornisa,... y un largo etc., son hechos reales, pero su difusión masiva entre los alcalareños y alcalareñas, sería demoledora, no tendría la rentabilidad de una “buena foto”, de esas que sirven para la promoción del poder local en la revista de papel cuche del “Alcalá”, que por supuesto hemos pagado todos/as.
La deforestación masiva en todo nuestro término municipal es un hecho alarmante, junto a la superficie de olivar arrancada por los cambios de usos de suelo agrícolas, se han disminuido eucaliptares, dehesas, vallados de lentiscos, pitas, coscoja, acebuches, etc. A la hora de hablar del futuro desarrollo sostenible de Alcalá, tenemos que pararnos a pensar todos y todas de que sostenibilidad hablamos.
Hay que reconocer –en líneas generales-, la recuperación de algunos molinos y márgenes del río en el tramo urbano de Alcalá, la puesta en marcha del estudio sobre las galerías, la organización de un buen número de jornadas y conferencias sobre patrimonio, la edición de cuadernos informativos, la apertura de un museo, las actuaciones en el Castillo, etc. Es lícito y de obligatorio cumplimiento comunicar a la ciudadanía, los logros alcanzados, pero también lo es, informar objetivamente, mostrar la realidad de las cosas y las carencias, al objeto de que los ciudadanos podamos elaborar una opinión lo más objetiva posible de la situación en la que realmente nos encontramos.
De dicho análisis sacamos la conclusión de que se ha destruido más patrimonio alcalareño en estos últimos 30 años que en el siglo inmediatamente anterior.
Francisco Gavira
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